miércoles, 19 de marzo de 2014

MI AMIGO DE LA INFANCIA

Habíamos sido tan amigos, como hermanos, que nunca lo ví como algo más que eso.

Hacía mucho tiempo que no tenía sentimientos como estos, que me apena pensar que tal vez estoy descontrolada.

Nos conocíamos desde pequeños, éramos vecinos y jugábamos juntos, aunque casi siempre prefería jugar con su hermana porque sentía que en ocasiones era algo grosero y que prefería no jugar conmigo. Nos veíamos a todas horas y casi siempre estábamos juntos. Según fuimos creciendo nuestros grupos de amigos fueron diferentes y eso nos distanció un poco, nos veíamos únicamente en el pasillo. Me fui a vivir a casa de mi hermana, no recuerdo si fue antes que ellos se mudaran o si ellos se fueron primero, pero nos distanciamos bastante.

En una ocasión me topé con su hermana cuando aún tenía yo 15 años y resultó que vivíamos relativamente cerca. Él no se encontraba en su casa en ese momento. Nunca más lo ví.

Yo sinceramente me fijé en él de pequeña, pero siempre tuve la sensación de que yo no era su tipo, por lo que borré de mi mente el pensar en él como chico. De hecho, me atrevería a asegurar que él jamás me vio con otros ojos más que como la vecina, la compañerita de juegos, la niña de al lado con la cual pelear.

Transcurrieron más de 20 años y ocasionalmente me topaba con la hermana, hasta que hace poco hicimos contacto en una red social y forzosamente nos contactamos él y yo nuevamente.

Luego de decenas de pretendientes y dos relaciones fallidas, hoy día continúo con una vida de soltera, pero como madre responsable y trabajadora que invierte un gran porcentaje de su tiempo en una red social para relacionarse con amistades y olvidar el vacío llamado soledad. Él, a cientos de kilómetros de distancia, aún soltero, sin hijos y todo indica que es un hombre ejemplar, con cualidades que he esperado encontrar en alguien, mas no ha sido posible. Puede que, debido a la distancia, mi percepción fue distinta; pero eso solo Dios lo sabe. Lo cierto es que no había un día que pasara sin que esperara ver señales de él, ver que estaba pendiente de mi, y si no lo veía en línea, mi semblante no era el mismo.

Realmente no sé cómo interpretar los aumentos en las pulsaciones, las sonrisas automáticas que brotaban al ver una notificación con su nombre, pero lo que sí puedo decir es que añadía momentos de felicidad a mis dias y sensaciones hermosas que me hacían olvidarme de mi amiga soledad.

Para cuando escribí todo lo anterior, no quería saber qué final tendría esta historia, ni tampoco deseaba saber si lo volvería a ver algún día o no, solo quería desahogarme y exteriorizar lo que sentía, lo que pensaba y hacércelo saber de esta forma. Pensé que sería saludable saber si en algún momento de su vida sus sentimientos fueron al menos cercanos a los míos y que tal vez se sorprendería y efectivamente, así fue.

La nota fue una increíble y sumamente explosiva bomba para él...pero, afortunadamente, tuvo un efecto positivo... LLevamos una relación a distancia por unos meses, llena de amor, comunicación, empatía y sobre todo, nos manifestábamos las cosas tal cual las sentíamos, sin temor a parecerle cursi el uno al otro... y es precisamente eso lo bonito de una relación.

No hicimos planes, pusimos todo en manos de Dios y nos dedicamos a conocernos nuevamente, ahora como adultos.  No tienen idea de cómo una relación así despierta la creatividad de quienes están involucrados.  El sentirse tan cerca el uno del otro con pequeños detalles que tal vez, de estar próximos, ni siquiera le prestásemos atención alguna.

En fin...estouve en esa luna de miel de los primeros meses de toda relación. Esos días tan cortos que quisieras que no terminaran nunca, pero en mi caso era diferente, ya que deseábamos que pasara el tiempo rápido para poder mirarnos a los ojos y sentir en carne propia lo que nos manifestábamos cada vez que hablábamos o nos escribíamos.  Pero al cabo de 6 meses, la intensidad fue bajando... ya para los 8 meses evalué cosas a futuro que por motivos de la distancia y la vida que cada uno había decidio llevar , no se darían, por lo menos no a corto o mediano plazo.

Así es que, independientemente de que esta pequeña historia no tuvo un final feliz, si alguien quisiera sacar alguna moraleja, yo diría que sería: "Digan lo que digan y piensen lo que piensen, seas hombre o mujer, no te guardes tus sentimientos hacia la persona que te gusta, ya que si lo haces, nunca sabrás si eres correspondido o no y tal vez dejes pasar de largo a la persona que podría pasar el resto de su vida contigo...de alguien deberá ser la iniciativa, no esperes que sea de la otra persona..."


   

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