miércoles, 19 de marzo de 2014

MADRES SOLTERAS

9 de septiembre de 2013 a la(s) 16:54

Inspirado en las palabras de José A. Olivares
 
Cuando una mujer es madre soltera es como si se dijera “Mujer Maravilla”, o al menos así me decía mi hijo cada vez que me veía resolver algo. Para otras personas, es como decir “Vales mucho”; y es porque el camino que se tiene que recorrer está lleno de trabajos fuertes, en algunos casos para las menos estudiadas, e incluso para las profesionales que con el salario no nos alcanza y hay que jugárselas haciendo cualquier otro trabajo, así sea en una ocupación digna, pero de menos relevancia. Son trabajos que se hacen a través del cansancio, del sudor, de la valentía de una madre sola que se enfrenta con firmeza a un mundo difícil, en donde sus hijos son su única y exclusiva responsabilidad, la cual cargamos en hombros, donde nadie se da cuenta de nuestros desvelos, de nuestras pocas horas de sueño.  Entregadas siempre a velar el inconfundible soñar de nuestros hijos y lograr con el tiempo que de cada uno se formen hombres y mujeres de bien.

Porque nuestro propósito en la vida tiene nombre y ahora es el de nuestros pequeños, que algún día verán en nuestros ojos cansados el precio que hemos pagado para sacarlos adelante.  Somos mujeres cuya Fe en ocasiones se derrumba, pero al recordar a nuestros hijos se vuelve una roca fuerte e irrompible, con oraciones cargadas de súplicas y agradecimientos a Dios porque cada día pueda continuar.

No nos queda más que aligerar nuestro peso con una sonrisa, con un te amo, con un abrazo, un te quiero; aunque lleguen las tormentas en días en los que la guardia se quiere bajar, donde la Fe se quiere perder… 

No podemos desistir, somos “Mucha Mujer”, ánimo ante la tempestad. Hay personas que nos aman de verdad, pero este camino solas lo debemos andar. Valemos un mundo, porque somos soñadoras, emprendedoras, realistas y muy exitosas, por el hecho de luchar hasta perder nuestras propias fuerzas… para que nuestros hijos gocen de la tranquilidad.

Hay personas cuyas mañanas se alegran por mujeres como nosotras, porque se abren los pétalos de las flores más hermosas para dar paso a nuestros nombres, donde Dios en su silencio dibuja las más bellas sonrisas, admirándonos, halagándonos, y en un toque de lluvia nos dice: “No estás sola mujer, madre de castillos y sueños por cumplir. Me tienes a mí, que escucho con atención tu sentir”.

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