Las feromonas, palabra proveniente del griego y que significa "llevo excitación", son compuestos químicos segregados por organismos vivos, que provocan determinadas respuestas en el comportamiento, la reproducción o el desarrollo de otros miembros de la misma especie.
Se han encontrado evidencias de feromonas tanto en invertebrados como en vertebrados. Las hormigas, por ejemplo, acostumbran emplear feromonas para indicar el rastro que lleva hasta la comida, para provocar ataques contra enemigos , para señalar la necesidad de huir o para identificar sus larvas en la oscuridad del hormiguero.
Se han encontrado evidencias de feromonas tanto en invertebrados como en vertebrados. Las hormigas, por ejemplo, acostumbran emplear feromonas para indicar el rastro que lleva hasta la comida, para provocar ataques contra enemigos , para señalar la necesidad de huir o para identificar sus larvas en la oscuridad del hormiguero.
Muchos mamíferos marcan con regularidad los límites de sus territorios con feromonas secretadas por glándulas especializadas. De esta forma son capaces de reconocerse entre sí.
Desde hace bastante tiempo se sospecha que los humanos también son capaces de intercambiar información a través de feromonas. Por ejemplo, es bien conocido que los ciclos hormonales de las mujeres pueden y suelen sincronizarse cuando viven juntas. Esta sincronización podría deberse a las feromonas humanas, tal y como proponen las investigadoras Martha K. McClintock y Kathleen Stern.
Estas investigadoras recogieron olores femeninos sobre almohadillas de algodón. Luego las pasaron por el labio superior de otras mujeres todos los días a lo largo de dos cíclos menstruales. Encontraron alteraciones sistemáticas de los ciclos de estas mujeres. Olores recogidos a lo largo de la fase folicular del ciclo menstrual aceleraron la aparición de la hormona luteninizante, (hormona que precede a la ovulación), acortando el ciclo menstrual, mientras que olores recogidos en fases posteriores del ciclo (durante la ovulación) retrasaron la aparición de la hormona, alargando el periodo menstrual.
Desde hace bastante tiempo se sospecha que los humanos también son capaces de intercambiar información a través de feromonas. Por ejemplo, es bien conocido que los ciclos hormonales de las mujeres pueden y suelen sincronizarse cuando viven juntas. Esta sincronización podría deberse a las feromonas humanas, tal y como proponen las investigadoras Martha K. McClintock y Kathleen Stern.
Estas investigadoras recogieron olores femeninos sobre almohadillas de algodón. Luego las pasaron por el labio superior de otras mujeres todos los días a lo largo de dos cíclos menstruales. Encontraron alteraciones sistemáticas de los ciclos de estas mujeres. Olores recogidos a lo largo de la fase folicular del ciclo menstrual aceleraron la aparición de la hormona luteninizante, (hormona que precede a la ovulación), acortando el ciclo menstrual, mientras que olores recogidos en fases posteriores del ciclo (durante la ovulación) retrasaron la aparición de la hormona, alargando el periodo menstrual.
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