No les ha
pasado alguna vez, que han expuesto alguna idea o sentir y todo el mundo o las
personas a quiénes se la transmites la ignora o simplemente la rechaza y sin
embargo, al unísono otra persona expresa la misma idea y de plano todo el mundo
está de acuerdo con esa persona?
O tal vez les
ha pasado que tenga una forma natural de expresión, conocida por todos, pero
algunos la encuentran algo informal, desafiante, autoritaria y de pronto surge
otra persona, con la misma expresión, y tal vez hasta más desafiante y
autoritaria, pero curiosamente todo el mundo la obedece cual corderito sin
oposición alguna?
Bueno, si has
pasado por escenarios como estos, permíteme decirte que estás rodead@ de
personas a las cuales sencillamente no les caes del todo bien, como decimos: "te mastican, pero no te tragan", o simplemente te
tratan por algún extraño interés. Pero esto
no es malo, ya que los seres humanos, como dice una frase: “no somos monedita
de oro para caerle bien a todo el mundo…”
El tema es,
que cuando una persona percibe este poco interés o mero rechazo a sus
ideas, va perdiendo el entusiasmo, se va desapegando de aquello que lo une a
aquél grupo o equipo, quienes, tal vez sin darse cuenta van alejando poco a
poco a la persona. Sin embargo, a pesar de tener este tipo de actitud para con el individuo, no se le excluye, ya que de alguna manera representa un fuerte
eslabón en el grupo. Tal vez suena algo
contradictorio, pero no lo es… ya que si quisiéramos encontrar una definición
más coloquial para este tipo de relación, diríamos que es una relación a “conveniencia”.
Y ustedes
dirán: “bueno, si yo me sintiera así en un grupo, me alejo…” pues, no es tan
fácil, porque simple y sencillamente cuando se está en un grupo por voluntad
propia o porque hay algún interés común que los apasiona a todos, se tiende a
tolerar cosas, aunque siempre hay niveles.
En todo grupo
de personas siempre encontraremos al líder, al perseverante, al perfeccionista, al responsable, al puntual,
al conflictivo, al impuntual, al irresponsable, al que hay que empujar para que
haga las cosas, al mediador, al voluntarioso.
Lo importante es tener identificado a cada una de las personalidades y
explotar las fortalezas de cada uno sin desmeritar a nadie, por el motivo que
sea; mucho menos se debe etiquetar a nadie ya que al ser humano lo condicionan
las circunstancias y las circunstancias las planteamos los mismos seres
humanos; es decir, si en un grupo de profesionales, amigos, familiares, el
ambiente es pesado o conflictivo, es porque no existe la comunicación, la
tolerancia, la apertura necesaria a las diferentes ideas de todos y cada uno de
los miembros de ese grupo, y esas circunstancias dependen de la actitud de los
que conforman dicho grupo, lo que ocasionará que alguno de sus miembros
reaccione ante dicha circunstancia y al final, cuando esa persona plantee su
sentir, sea de manera sutil o fuerte,
será vista o etiquetada como “la persona problemática o conflictiva” del grupo,
de la familia, del equipo.
Si llevamos
esto a un ámbito profesional, psicológicamente hablando, podemos encontrar
literatura que nos habla de la “confrontación”.
Y es que nosotros, como seres humanos, tendemos de manera casi natural a
evitar la confrontación; la cual surge sencillamente cuando se dicen las cosas
cara a cara, de manera directa, sin intermediarios o sin dar lugar a la proliferación de rumores
innecesarios.
Es aquí donde
personas como yo nos preguntamos: “¿será que soy de otro planeta?”, “¿será que
quien está mal soy yo?”, “¿será que de veras soy conflictiv@?”... Y no es solo
hasta que te suceden varios eventos en distintas etapas de tu vida, en los que
al final del camino te das cuenta de que no estabas equivocad@ y que los que
estaban mal era el resto o la mayoría del grupo al cual pertenecías, y comienzas
a leer, a buscar una respuesta a tus dudas referentes al tema y vuelves a caer
en la misma respuesta: “las circunstancias”. Y por supuesto que no siempre se tiene la razón, la diferencia está en que solamente los que no somos de este planeta aceptamos cuando nos equivocamos y corregimos o al menos tratamos de corregir nuestro error y le damos el mérito a quien lo merece o quien nos haya hecho descubrir que estábamos equivocados.
Pues, ante
las circunstancias que te presenta la vida hay siempre dos caminos a elegir, o
sigues la marea, o simplemente vas en contra de ella hasta que los vientos
cambien y sople a tu favor. Lo difícil
aquí es precisamente ir en contra de la marea, ya que no todos los seres
humanos están acostumbrados a ser blancos de críticas y rechazos por simplemente
ser “diferente”.
Yo me
caracterizo por ser una persona “diferente”, y precisamente por ser diferente
es que me ha tocado recibir duros golpes en grupos tantos familiares, como de amistades y profesionales. Pero, adivinen qué? No
puedo ser de otra forma. Las circunstancias pueden ser de etiqueta, o no; de
grupo o no; de equipo o no; mi actitud siempre será la misma: decir las cosas
buenas y las cosas malas cara a cara.
Dicen que las
cargas iguales se repelen, pero solamente en un grupo de personas “diferentes”
puedo sentir que soy yo misma y que serán pocas las sorpresas que me lleve al
final del día.
No tienen idea de lo bien
que se siente decir las cosas buenas y/o malas cara a cara, discutir al
respecto si lo amerita, tratar de encontrar inmediatamente o después de un
tiempo la solución al problema y sentarse a tomar un café o unos tragos para
conversar sobre el calentamiento global y la inmortalidad del cangrejo entre
bromas y risas… es simplemente una experiencia casi orgásmica… inténtenlo si
nunca lo han hecho!
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