No todo el mundo contrae matrimonio en esa edad que, generalmente, se considera la más adecuada para llevarlo a cabo: de veintitrés a treinta y cinco años en el hombre y de veinte a treinta y tres en la mujer. Existen personas que con sus cuarenta y más años se deciden a contraer matrimonio, y entonces es necesario conocer realmente cuáles son las causas que en verdad impulsan a ello; porque ningún hombre o mujer puede aferrarse a la disculpa de no haberse enamorado antes.
En los matrimonios tardíos siempre existen factores que le dan su lógica justificándolo: deseo de huir de la soledad, anhelo de maternidad, factores que es muy probable que produzcan un fracaso matrimonial. También existen otros motivos: entrega total a un trabajo, actividad artística, científica, religiosa, etc., que absorbe por completo las energías del individuo, a la vez que permite una conveniente sublimación de las pulsiones sexuales; enfermedad física, en cuyo caso debe averiguarse qué clase de enfermedad, y establecer si está realmente curada; condiciones familiares que han dificultado o imposibilitado el matrimonio. Esta circunstancia es importante, pues los impedimentos han podido ser reales o sólo estar en la imaginación del individuo. Fobias sexuales, dificultad de comunicación con el otro sexo o síntomas neuróticos, caso muy frecuente según los expertos; desviaciones y anomalías sexuales, como homosexualidad, impotencia, fetichismo, etc.; y fijación excesiva en el padre o la madre con lo cual el matrimonio es como un abandono o traición hacia el progenitor querido, y sólo a su muerte el sujeto se decide a contraer matrimonio.
En estas circunstancias debe tenerse en cuenta que las mujeres de más de cuarenta años, y que todavía conservan sus ciclos menstruales, aparte del riesgo de anomalías, tienen menos posibilidades de embarazo que la mujer joven, y más riesgos de aborto. A partir de los cuarenta y siete años el riesgo de aborto aumenta al 80% y todo ello sin que cuente para nada la mayor o menor edad del padre. Éste, por otro lado, puede considerar los hijos como una gran molestia que venga a perturbar la tranquilidad y el sosiego de que gozaba hasta ahora en su soltería. Por consiguiente, es menester aclarar todos estos puntos a fin de evitar posteriores motivos de desacuerdo.
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