OPINIÓN
Luego de observar este video, me animo a realizar un análisis del mismo.
Cuando
formamos parte de una empresa, institución o grupo, ya sea como líder o cabeza
del mismo, o simplemente como parte colaboradora, debemos tener siempre
presente que los objetivos y/o metas solamente serán logrados si trabajamos en
equipo.
El encabezar un equipo de trabajo conlleva una
enorme responsabilidad, ya que, quien dirija el equipo, debe dar el ejemplo en
cuanto a compromiso y dedicación se refiere.
En todo
equipo de trabajo siempre habrá un colaborador con deseos de aprender y capaz de superar cualquier
dificultad que se presente. Siempre
estará dispuesto a brindar lo mejor de sí para alcanzar los objetivos de la
empresa, institución o grupo. A este
tipo de colaboradores, el líder debe saber valorarlo y aprovechar al máximo sus
deseos de aprender, toda vez que sabemos que llegarán momentos en los que el
líder no podrá estar al frente y requerirá de la competencia de alguien que
sienta el mismo compromiso hacia la empresa.
Igualmente,
existen personas que suelen ser un tanto despreocupadas, con cierta tendencia
al conformismo, lo que no le inspira a tratar de rendir el máximo de su
verdadero potencial; sin embargo, cuando se habla de trabajo en equipo, este
tipo de personas no deben ser subestimadas, sino más bien motivadas de manera
constante por el bien común. Al final,
de seguro habrá cambios positivos en la actitud y aptitud del individuo.
Muchas
veces las empresas cuentan con “profesionales” cuyo rendimiento o productividad
no es algo constante, sino un tema de altas y bajas, según su estado de
ánimo. Así mismo son sus relaciones
interpersonales, lo que crea un ambiente tenso en el grupo que, al final,
afecta el flujo de trabajo.
Finalmente,
encontramos al “colaborador” que parece nunca estar feliz con los buenos
resultados y logros de la empresa, o con que se reconozca el trabajo de
otro. Esto puede deberse al llamado
“celo profesional”, lo que puede conducir a este tipo de personas a acciones
que irán en detrimento del buen
desarrollo de las actividades, manteniéndose siempre con una actitud aparentemente
amable ante los líderes o cabezas de empresas, pero displicente y quedando
en evidencia ante el resto de los colaboradores, ya sea con acciones, gestos o
expresiones que reflejan su verdadero sentir y propósito de entorpecer el
trabajo en equipo.
Es por
ello que, como líder o cabeza de un equipo de trabajo, hay que saber
identificar cada uno de los diferentes tipos de personas con las que se cuenta;
y una vez identificadas las unidades destructivas, que no permiten el buen
desarrollo del trabajo y la buena convivencia en el grupo, encararlas y
hacerles un llamado a su profesionalismo, o, en su defecto, don de gente, con
el propósito de lograr ver un cambio de actitud que redundará en beneficio de
todos.
Siempre he
considerado que lo que hace que todo sea posible cuando se lleva a cabo una
labor, es el compromiso. Si no se
está comprometido con lo que se hace, no se verá la verdadera importancia de lo
que es complementarse, apoyándose en
los conocimientos de cada uno de los miembros del equipo, para lograr
resultados de calidad; coordinar entre
todos los involucrados, cada uno de los pasos o procedimientos al momento de
desarrollar una tarea; comunicarse,
a fin de manipular una misma información y que todos se sientan tomados en
cuenta; y confiar en el trabajo del
otro, sin dejar de estar dispuestos a apoyarse mutuamente.
Todo esto
traerá como consecuencia únicamente resultados positivos, los cuales se verán
reflejados en la buena aceptación del producto final, cuya marca distintiva es
el COMPROMISO HACIA EL TRABAJO
REALIZADO.
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